Siempre soñé con vivir en un cuento de hadas donde la magia existiera, donde el amor lo fuera todo y donde la perfección fuera real. En mi ambición de vivir mi sueño, transformé la realidad en una fantasía.
Te conocí y traté de volverte un personaje de mis cuentos, el cual tenía poderes mágicos, el cual era perfecto y el cual tenía un único deseo en esta vida: amar a alguien. Me encantaba pensar que pudiera ser cierto, que todo era posible y nada era irreal. Volaríamos sobre las nubes y dormiríamos entre las estrellas. La magía del amor cambiaría nuestro ser.
Omití que al perderme en mi fantasía me estaba perdiendo de vivirte. Disfrutaba al héroe de mi cuento mas me olvidé de la persona al lado mío. Me regresaste a la realidad en la que me rehusaba a habitar. Me demostraste que el amor va más allá de la perfección, de hecho la mayor parte se encuentra en los errores y las heridas. Me enseñaste que llorar es parte de la magia de sentir.
Parecía que mi vida era infeliz ahora que había descubierto el mundo fuera de mi libro. Había descubierto que podía lastimar a las personas, había aprendido a llorar, ahora sabía que nunca podría entenderte y cumplir todos tus deseos. Conocí la palabra celos y la palabra frustración. Entendí la ambigüedad y la contradicción.
Y sin embargo, parte de mí encontró parte de esa fantasía en la realidad, TE CONOCÍ y TE AMÉ. Y en el mundo real MI AMOR por tí parecía más fuerte y más profundo. Tan diferente que al principio no lo reconocí. Todo era tan diferente, pero a la vez tan conocido. La magía era real, se llamaba sentimientos. La perfección era real se llamaba aceptación. El amor era real, y se llamaba TÚ.
...gracias por regresarme día tras día a la realidad
y a la vez por dejarme vivir mi fantasía llamada tú
Diana